martes, 27 de octubre de 2020

Ni las piedras son eternas.

 Ni las piedras son eternas.

Cuánto nos preguntamos por la eternidad y su gloria, y ese vacío que se nos forma en el interior al pensar en lo que pasará cuando ya no podamos estar aquí nos desespera, aunque no lo parezca. Deseamos llenos de esperanza la eternidad del descanso y de esta manera nos inventamos la paz. ¿Nos espera en realidad la eternidad?, ¿estaremos consientes de ella?, preguntas que en realidad nos abruman en vez de darnos alivio.

El cuerpo se desintegra guardado en un apretado cajón y engavetado en paredes de cemento. Y mientras eso pasa, el tiempo se encarga de que cada vez sean menos las memorias en las que existas, el tiempo se convierte en el entierro más pesado con el que puedas estar sepultado. Entonces, ¿Vale la pena la eternidad?, Son pocos los que con el paso de los siglos están presentes en el pensamiento, y para ello, en vida se tuvo que ser extraordinario por lo bueno o por lo malo, así y solo así podrás ser recordado por unas cuantas generaciones.

En tu sepulcro serán edificados monumentos de piedra o hierro, pero ni ello es eterno. El mismo tiempo que te sepulta bajo su gran peso se encargará de desmoronarlos, se encargará de borrar las escrituras de tu epitafio, desaparecerá tu nombre grabado y dejarás de haber existido alguna vez.

Nos damos cuenta que la gloria de la eternidad no existe mas que en el pensamiento y en la esperanza infundada por el miedo. Ni tú ni yo a través del tiempo y su cruel olvido, ni la acción ni la carne perdura, y esto porque ni las piedras son eternas.



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