Todo los días es el mismo camino, de su casa al monte y nada más. A él le parece perfecto y desde cumplidos los cincuenta, siempre agradece por abrir los ojos un día más.
Cuando era joven corría, hoy solo camina lento pero en cada paso que da puede sembrar la sabiduría que ha adquirido todos los días. Él sabe cuándo lloverá y dónde comenzará a hacerlo, sabe cuándo será buen tiempo para cultivar, sabe cuántos animales serán criados en una temporada, sabe cuándo los hijos, los nietos o los bisnietos necesitan un abrazo, pero, lo único que no sabe es cuánto tiempo más podrá estar de pie un día nuevo.
Recrea su vida cada vez que enseña, vive todo de nuevo y lo goza o lo sufre cada vez como la primera. Siempre se pregunta, ¿Será vedad lo que he aprendido? O, ¿Será verdad lo que enseño?.
Él sabe mucho, pero piensa que no sabe nada y a la vez desea aprender todo lo que pueda para crecer del alma.
A veces necesita un abrazo, a veces lo recibe y con la alegría más hermosa de la vida sabe cómo agradecer.
Sí, el camina ya cansado, pero enseña con su alma que pareciera estar encendida con lumbre de mezquite la cual toda su vida ha cargado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario