Corre el inalcanzable tiempo tras de mí, yo como un loco intento ser lo más veloz
posible para que este no logre alcanzarme, pero todas mis luchas son inútiles. Una
cana comienza a asomarse en mi hasta ese entonces negra barba. Veo con añoro el
parque donde alguna vez jugué hasta que las energías me faltarán. Es entonces
cuando pienso que la rapidez del deterioro de la vida es inminente, crudo y abusivo.
Una tarde, de esas que se disfrutan al caminar descalzo por la orilla de una
cristalina playa fue cuando sentí que por fin el tiempo era un poco compasivo
conmigo. No me parecía que mi vida estuviera siendo tan rápida como lo fue ese
mismo día en la mañana. Podía sentir la arena entre mis dedos, era cálida ya que el
sol fue abrazador, pero con el agua fría del mar podía caminar sin quemarme.
A unos veinte metros de mí, estaban una niña y su madre, parecía que comían algún
tipo de refrigerio mientras esperaban que cayera la tarde. Yo, solo, descalzo y con el
pensamiento que me ha estado martillando cruelmente la cabeza, ¿será que no he
sabido vivir como debiera?.
Cada vez pierdo más y más la mirada sobre el horizonte, intento acercarme al ya
tenue sol que parece apagarse con las maravillosas aguas de los mares. Es raro
que, a pesar de que esto sucede todos los días, casi nunca nos detengamos a verlo.
Casi nunca nos permitimos detener el tiempo, aunque sea en nuestra mente.
Sigo viendo firmemente el ahora teñido de dorado horizonte. Sigo deteniendo el
tiempo para poder darme cuenta de lo duradera que es la existencia de mi ser. Me
siento por fin sereno, alejado de las preguntas vanas que deterioran mi estadía en
este mundo de maravilla. Me planteo las respuestas de la agresiva pregunta que me
he hecho todos los días de mi triste vida, entristecida por mí mismo y por nadie más.
Sé ahora que sí, sí lo he hecho, he vivido como debiera, porque ha sido este mi
camino, forjado con los detalles que yo he diseñado con el mismo cincel y martillo que utiliza el artista de la piedra. ¡Ya es diferente por fin! Ya comprendo, ya lo
siento. Por fin no intento huir del tiempo, lo acepto como mi amigo.
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