martes, 4 de agosto de 2020

Eternidades.

Recorres con tus lentos y pesados pasos los desgastados caminos del viejo cementerio, que repletos de maleza dificultan el andar de los vivos como tú. Pero solo a ustedes la maleza les estorba, a nosotros no nos importa, porque no nos importa aquello que no nos toca.
Hace muchos años dejé de extrañar el sentir de las ramas que me tocaban los brazos, hace tiempo deje de extrañar los aromas a las velas, de los árboles, del café, de la vida.
Veo a muchos como tú que caminan entre nuestros hogares eternos, pero sus ropas son muy diferentes a las que existían en aquel antiguo tiempo en que fui como ustedes.
Pensé alguna vez que mi vida fue larga, pero lo único cierto es que lo que perdura para siempre es el sueño perpetuo.
Aquellos magestuosos nichos que a nuestra memoria se construyen en el pasado, con el tiempo se destruyen, por las aguas y los rayos que caen del cielo o por los vientos que se deslizan a sus bordes. Estos nichos se derrumban, como se derrumba la descendencia que algunos pudieron concebir. 
Al final todos venimos aquí y en el mismo suelo nos desmoronamos.
No hay glorias ni calvarios, no hay penas ni banquetes. 
Las gracias, las virtudes, los pecados y los amores de la vida, solo se convierten, se convierten en eternidades.

Tierra roja

1837, año de prosperidad, gozo y buena fortuna. Mi casa, grande y fuerte ha sido construida desde los cimientos con los mejores materiales d...